
Sonja Lyubomirsky, una investigadora de psicología positiva y pionera mundial en el estudio de la felicidad, describe la felicidad en su libro de 2008 The How of Happiness como “la experiencia de júbilo, alegría, o bienestar completo, combinado con la sensación de tener una vida buena, significativa y que vale la pena”. Los investigadores usan los términos bienestar subjetivo, afectos positivos, y satisfacción vital cuando quieren medir la felicidad, tal como explica Emiliana Simon-Thomas, la directora de ciencias de Greater Good Science Center en la Universidad de California, Berkeley. “Los científicos miden el bienestar subjetivo simplemente preguntando a las personas cuán satisfechos se sienten con sus vidas y cuánta emoción positiva y negativa están experimentando”.
Simon-Thomas agrega que la definición de felicidad de Lyubomirsky “coincide con el enfoque que tiene Greater Good Science Center sobre la felicidad: Captura las emociones positivas transitorias que llegan con la felicidad, junto con un sentido más profundo de significado y propósito en la vida, y sugiere cómo estas propiedades de la felicidad se complementan unas a otras”. La felicidad, por lo tanto, no se refiere a un estado permanente de dicha donde las personas permanecen ajenas a las emociones negativas. Por el contrario, el estado de felicidad y bienestar incluye la aceptación de la ira, el miedo, la tristeza, o las emociones y situaciones negativas que invariablemente van a ocurrir en la vida.
Dacher Keltner, director fundador de Greater Good Science Center, resalta la importancia de estudiar la felicidad, especialmente en tiempos en que la soledad, el narcisismo, la falta de empatía, y las estadísticas de desigualdad están creciendo en nuestras sociedades modernas. Él resume los beneficios científicamente probados de la felicidad de la siguiente forma: “La felicidad está asociada a mayor longevidad; disminución del dolor crónico; aumento de la actividad inmune; mejor salud cardiovascular; y menor probabilidad de diabetes, infarto, mortalidad por cáncer, y accidentes fatales. Las personas felices tienen mejores relaciones sociales, tienen más amigos, se les considera más cálidas e inteligentes, y menos egoístas, y es más probable que obtengan ayuda y que confíen en ellos. Las personas felices que se casan tienen menor probabilidad de divorciarse, y sienten más amor y plenitud. Finalmente, la felicidad puede estimular la creatividad y la innovación en nosotros y en nuestros subordinados en el trabajo, en el caso de ser gerentes”.
En caso de que los beneficios anteriores no fueran razones suficientes para buscar la felicidad –como si realmente necesitáramos razones para pagar ese terrible precio –Kira Newman, directora editorial de la revista Greater Good Magazine, explica en su artículo Six Ways Happiness Is Good for Your Health (Seis formas en las que la felicidad es buena para tu salud) por qué deberíamos esforzarnos por ser más felices. Su lista dice así: 1) La felicidad protege tu corazón, 2) La felicidad fortalece tu sistema inmune, 3) La felicidad combate el estrés, 4) La gente feliz tiene menos malestares y dolores, 5) La felicidad combate la enfermedad y la discapacidad, y 6) La felicidad alarga nuestras vidas.
De acuerdo con Barbara Fredrickson, una de las académicas más citadas a nivel mundial en psicología de las emociones positivas, “La felicidad es entendible, alcanzable y enseñable”. Ella explica que hay dos verdades centrales sobre las emociones positivas: Una es que abren las fronteras de nuestras mentes y corazones, cambiando nuestra perspectiva del entorno; la segunda es que nos transforman para mejor. Estas dos verdades científicamente probadas no son sólo una forma de hablar, son reales transformaciones biológicas: “Sabemos que las emociones positivas amplían el enfoque de lo que la gente busca en el entorno; aumentan la extensión de su visión periférica”. Ella explica que al observar tanto el trasfondo así como el primer plano, las personas son capaces de tener una visión más amplia, ver más posibilidades, ser más creativo, y tomar mejores decisiones. A nivel celular, la transformación también es real: “La ciencia actual sugiere que el ritmo de renovación celular y la forma de renovación celular no sigue simplemente un guion de ADN predeterminado. Nuestras emociones afectan ese nivel de cambio celular. Y entonces este resultado es totalmente consistente con la lección más amplia dentro de mi trabajo, que dice que las emociones positivas amplían y abren nuestra conciencia y con el tiempo cambian quienes somos en el futuro… Si aumentamos nuestra dieta diaria de emociones positivas, cambiamos quienes somos, cambiamos nuestra forma de ser en el mundo de importantes maneras”.
Pero ¿qué es lo que hacen y piensan las personas felices? ¿Cómo se comportan? ¿Cómo puede la gente aprender a llevar vidas más felices y prósperas? Estas preguntas han estado en el centro de la investigación de Sonja Lyubomirsky desde que comenzó a estudiar la felicidad. “La investigación muestra que las personas felices son exitosas en sus relaciones; si observas a la gente más feliz, todos tienen relaciones, sociedades y amistades muy estables y satisfactorias… Las personas felices son más agradecidas, serviciales, y altruistas, y tienden a ser más optimistas con respecto al futuro; tienden a vivir más en el presente… La gente feliz tiende a disfrutar de placeres en su vida; hacen de la actividad física un hábito; a menudo son espirituales, o religiosos. La espiritualidad y la religión no son prerrequisitos para la felicidad, pero están correlacionados con la felicidad. Y las personas más felices están profundamente comprometidas con sus objetivos; persiguen objetivos de vida significativos e importantes, ya sea criar niños con principios, o construir una casa, o avanzar en sus carreras”.
En los siguientes ocho posts me enfocaré en algunas de las principales características de la felicidad, y en cómo podemos aprender a conseguir un mayor bienestar. Comencemos con la importancia de la conexión social.